30 jun 2008

El Romance de Alicia y Peter Pan


En el país de las maravillas Alicia lloró su suerte
En la tierra de nunca jamás Peter Pan nunca crece
En el mundo real, Yo dejo ir de a mitades otro hombre sin alma
En el país de las maravillas, Alicia marcó sus cartas
Desde su nunca jamás Peter Pan abrió el juego
En el mundo real, las hojas nuevas están en blanco,
los conejos no tienen galeras y algunos ojos son transparentes
En el país de las maravillas, Alicia vuelve a salvo a casa
Pero Peter la espera intranquilo en la ventana de NEVERLAND
En el mundo real, Yo intento poner los pies en la tierra
En el país de las maravillas, Alicia ya duerme hace rato
En el país de nunca jamás Peter Pan le es infiel con Cenicienta
En el mundo real esta noche yo me desvelo
Retorciéndome en mi propia determinación
y me quedo esta vez con las pupilas tiezas,
las manos tibias y la conciencia calma
En el mundo real
los cuentos son sólo para princesas

26 jun 2008

La memoriosa (a mis amigos)

Hubo un disparador.
Hace pocos días mi ahijado Julián cumplió años. Dos años. Este post va a ser extenso sépanlo.
Decía, que mi ahijado cumplió años y yo hacía muchos meses que no lo veía. Ni a él ni a sus papás ni a su hermanito Mateo. Llegué el día del cumple más temprano de lo acordado y la casa estaba vacía. Todavía ellos no habían llegado. Igualmente entré y me puse a esperarlos. Todo estaba silencioso y oscuro. Conozco esa casa como si fuera mía. Son más de quince años. Pero ese día estaba vacía. La casa y yo también. Los rastros de los chicos estaban por todos lados, sus juguetes, su ropa, su delicioso desorden. Y se veía por todos lados la mano de su mamá. De Ale, mi amiga de toda la vida. Los platos del mediodía ya secos, prolijamente acomodados en la mesada, la ropa descolgada de la soga y pronta para planchar, el olor de su perfume que no es ninguno en particular pero que es de ella. También estaban los rastros de Martín, mi compañero de primaria, el papá de los niños, el amigo del alma. Me tropecé con un cajón de la riquísima cerveza casera que prepara cada tanto. Estaban sus cactus y su máquina de fotos. Pero no estaban ellos. Puse la pava y empecé a preparar el mate. Pasaron pocos minutos, el perro ladró y escuché los pasitos de Mateo correr por el pasillo del patio. Abrieron la puerta y entonces sucedió el disparador.
Julián me miró, se bajo de los brazos de su papá y sin tener la menor idea de lo que es un cumpleaños ni una madrina ni un regalo, vino corriendo hasta mí y me dio el abrazo más hermoso que jamás nadie en toda mi vida me había dado. Fue un instante impensado. Vuelvo a decir, tiene apenitas dos años y poca memoria visual. Me desconcertó su cariño desinteresado. Y no volví a soltarlo en toda la noche. Estuve callada dedicándome solamente a sus abrazos y a los de su hermano. Y me fui con el corazón extraño. Deshecho y rearmado.
Pasaron los días y la sensación no se borra. Y empecé a pensar en los lazos. En como y hasta que punto nos determinan los lazos. En como, cuando los círculos se terminan cerrando siempre estamos adentro los mismos. Y me di cuenta que todo cambia, que todos crecemos y vamos viviendo de la manera que podemos pero que adentro siempre estamos los mismos. Los que se pueden contar con los dedos de las manos. Y me di cuenta de que esos que siempre están adentro son parte de quien yo soy y que nunca se los dije. Entonces hoy quiero escribirles por acá un poco de lo que soy. Y de lo que soy por ustedes. Y en este Ustedes también voy a poner a las dos que faltan Celeste y Vero. Porque faltan. Me faltan. Me hacen falta.
Entonces, decía que quería decir quien soy. Bueno, evidentemente soy una que escribe difícil y que no dice mucho con las palabras habladas. Soy la que nunca pide. La que nunca dice "Necesito" o "Ayudame". Soy una que se aleja a rumiar sus idioteces y complicaciones. No se pedir, ni se si me interesa. No se decir " Te quiero mucho" o "Perdoname".
Pero si quiero dar. Como puedo, como me salga pero quiero. Y siempre puedo volver marcha atrás. Y siempre sepan que voy a estar. Tal vez no pueda estar en el festejo del cumpleaños o para el día de la graduación pero voy a salir volando a cualquier hora y de cualquier lugar el día que necesiten que los vaya a abrazar o a cuidar o lo que sea que haya que hacer.
Ustedes, aunque sea desde lejos son mi reflejo. Los espejos de la persona frágil que en el fondo soy y si a veces los esquivo es por que me ando escapando de mi misma también. Y se que me miran a veces desde sus silencios y me leen desde el anonimato y se preguntan en quien carajo me convertí. Yo a veces también me lo pregunto. Y pocas veces me reconozco y pocas veces me encuentro. Por que la vida pasa y las responsabilidades crecen y las temples se endurecen y los tiempos son cortos. Pero ustedes siguen estando amigos. Y siguen siendo mi parte más humana. Y siguen cacheteandome con alguna frase o algún silencio o alguna ausencia cuando me voy a descarriar por ahí.
Y yo que siempre ando a la rastra con mis novelas y mi mar en coche, cuando tengo un minuto y paro para mirar, empiezo a mirarlos a ustedes. A admirarlos a ustedes. Y quisiera entonces tener un poco de la fortaleza de Cele, de las convicciones de Vero, de la perseverancia de Ale, de la serenidad de Martín. Y entonces llega la memoriosa.
Y no me olvido de ese día de Diciembre cuando te llamé llorando Cele, para pedirte que me fueras a buscar porque estaba perdida en el medio de la vida y de la calle. Quizás ni notaste que lloraba. Quizás ni te acuerdes de ese día. Quizás nunca te dije que estaba en la puerta de una iglesia sin saber a quien llamar. Nunca lo supiste pero igual fuiste.
Y no me olvido tampoco de esa noche Ale hace mil años. Yo estaba asustada ¿te acordàs?. Vos saliste de tu cama, dejando solo a tu marido y viniste a mi casa. Y me abrazaste y yo me puse a llorar. Y lloraba y me reía a la vez y así pasamos toda la noche. Y me ayudaste a entender en ese momento que hasta la peor de las noches se va a terminar. Que todo pasa amiga. Me lo enseñaste ese día vos.
Y no me olvido tampoco de las historias, de haber crecido al lado una de la otra Vero. Ni del abrazo que me diste el día de nuestro cumpleaños el año pasado, ni de haber estado al lado esa noche en la cancha de Boca cuando esa puta canción te hizo llorar.
Y una de las cosas más importantes, no me olvido que tengo un amigo. Un AMIGO. Y creo que ahí te estoy diciendo tanto. Se llama Martín. El que me hacía dar vergüenza en el campamento de Sierra. El que me daba charla a deshoras para tratar de descular el pensamiento del idota de turno. El que me vio recuperarme en silencio. El que me dio un poco de sensación de hogar cuando me había quedado en la nada.
Y así puedo escribir horas y horas tratando de contarles los instantes que ustedes marcaron en mi. Tenemos mucha historia. Y a veces la historia constituye tanto o más que la sangre.
Ayer alguien que estaba triste me preguntaba como hacer para superar el bajón. Le dije rodeate de quien te quiera. Y estaba pensando en ustedes. Y en esos días negros que me ayudaron a superar. Entonces quiero dejarles esto como presente para cuando se pregunten quien carajo soy.
Soy la que ustedes hicieron. La que durmió a sus hijos con todo el amor que le fue posible sentir alguna vez, la que les presta su casa cuando no tengan lugar el en mundo o se les rompa el corazón, la que se enfurece cuando un pelotudo no las vuelve a llamar, la que se preocupa por la salud de sus padres, la que piensa todos los meses si llegarán bien a fin de mes, la que planea ir a revolearles huevos cuando se reciban, la que no necesita un título para querer como propios a sus hijos, la que tiene una casa nueva que los está esperando hace meses y un perro loco que aprendieron a querer un poco. La que tuvo que salir de la cama esta noche a escribirles estas palabras por que no la dejaban dormir.
Si, también puedo ser la que esta siempre ocupada o la que siempre tiene razón, la que nunca da el primer paso ni pide disculpas, la que se lleva el mundo por delante y se la pega siempre contra la misma pared, pero al final amigos, cuando se cierra el círculo soy la misma de siempre. La que ustedes hicieron.
Acuerdense de recordarmelo si es necesario a las puteadas cada vez que me lo olvide.

25 jun 2008



Si me vieras retorcerme ante la pantalla del teléfono suplicándole a mi propia autoestima que te diga que no.
Si me vieras caminar inquieta mirando fijo tu idiota invitación a deshoras.
Si escucharas acaso las palabras de mi amiga diciéndome que no, que no más.
Si supieras del desvelo que me va a acompañar esta noche, envuelta entre mantas acurrucada en el sillón mirando la nada.
Si me vieras sintiendo que tengo que atarme a esta silla para que los demonios no me lleven hasta vos.
Si leyeras todas mis burlas, si supieras de mis ganas de verte arrastrar, de hacerte caer. De verte temblar.
Si supieras de esta ira. De estas palabras que tengo atragantadas.
Si me vieras en esta jaula con ganas de dolerte tan hondo. De darte de tu propia impunidad.
Pensarías, sin dudas que soy igual a las demás. Otra tonta deslumbrada con cuatro acordes y tres mentiras. Seducida por tu ángel y tu soledad. Otra más, sin música ni ritmo propio.
Otra barbie, otra mascota, otro objeto, otra más.
Y no, no es que yo me crea especial. Es verdad que por un instante lo creí. Lo especial que me vendiste. Lo superior que te creía. Pero todo duró un cuarto de noche allá lejos y hace tiempo.
Pasan absurdos lo minutos y vos recibiste mi negativa. Y yo intento quedarme tranquila.
Dije que no. Que no más. Que no así ni de ningún modo. Que no. Que no voy. Que ir tiene mucho costo. Que quedarme me va a dar alivio. Que no. Que con vos no. Ni bailes de jazz, ni penumbras, ni emociones, ni play, ni juego ni nada.
Y ya ni quiero que te arrastres.
Y ya ni quiero que me hables.
Y todavía me quedan ulceradas un par de cosas por decirte. Nada que no sepas. Aunque nunca nadie te lo haya dicho.
Te falta un poco de hombre, nene.
Y a mi, al lado tuyo me sobra mucha mina.




5 jun 2008

Solito vas

Como una ley de Murphy nunca escrita y que cuesta aprender. Como el peor de los hijos del rigor. Todos igualitos. Todos pero todos.

Si tienen, no quieren. Cuando no tienen, más quieren. Ok ya lo aprendí. Es divertido.
Entonces una (yo, vos, ella), que nunca termina de sacar las patas del barro se sienta a mirar el arrastre.
Solito Corazón, te hacés el lindo. Solito te hacés el misterioso y el distante. Solito esperás que salga corriendo. Hijos del rigor y amantes de la ausencia se guardan en el bolsillo la hombría. Y se van casar con Laura Ingalls. O a quedarse solos, como el buey que bien se lame.
Y cuando ya es mi cuerpo el que querés lamer y te cansaste de esperar que yo te persiga como una geisha mal aprendida, me abarrotás a preguntas ¿Qué hiciste en estos días? y suplicás con ojos de perro en la lluvia que no me atreva a decir la verdad.
Solito vas...
Y arrastradito volvés.
Sin rencores entonces, voy a reírme un ratito, a decirte que no siete veces, a calentarte la cabeza otras veinte. Voy a reírme de tus tartamudeos de adolescente alzado y de tus excusas berretas. Solito vas Corazón. Sólo te queda volver por que la autolamida no te lleva a ningún lado y los bueyes si es que no mueren de viejos, terminan en las fauces de las leonas hambrientas.

Ya te lamiste un rato largo.
Y yo empiezo a estar hambrienta
¡Empieza la cacería Buey!
Date una última lamida
Mientras, yo me río
¿Leona?
No, hiena
Y carroñera.